Nueve años después la última entrada en este blog vuelvo. Pero esta vez sin macetohuerto. Tuve que dejarlo porque como algunos sabéis lo tenía en una azotea comunitaria y en verano me quedaba sin agua para regar, así que tenía que andar subiendo garrafas por la escalera y como cada año los veranos son más largos, la tarea resultó ser demasiado agotadora para tan poquita producción.
Casualidades de la vida, que mi socio se compró hace un año y medio una casita vieja con una parcela que disponía de unos cuantos árboles frutales: una higuera, cuatro olivos, un níspero, un almendro frankestein (más adelante sabréis porqué lo llamo así), un granado, un membrillo, un limonero, un manzano, un peral, un naranjo enano, un albaricoquero y cuatro parras: dos de uva blanca y dos de uva negra. Además había algunas plantas ornamentales como un pequeño seto de aligustres, una buganvilla, un par de rosales, y algunas plantas invasoras como ailantos y calas… contra las que lucharemos todo lo que podamos para mantenerlas bajo control, sustituyéndolas por plantas autóctonas, para intentar renaturalizar el lugar.
Mi emoción es tan grande como mi acojone, nunca he tratado con árboles y mucho menos frutales, que además llevan años abandonados, y todo esto me impone un enorme respeto. ¡Tengo que aprender de todo!
La fotografía muestra el paisaje de la ubicación de esta nueva aventura.





















